A. Los Baños
Una teoría es que este baño era solo para los jefes, y para el Inca, lo usaban antes de cada ceremonia.
La segunda teoría es que servia para almacenar agua.
Ruinas del baño del Inca, Ingapirca - Ecuador |
Lo que queda del baño del Inca, Ingapirca - Ecuador |
2. La tortuga
Otra área de atractivos que permite al turista complementar su avidez de curiosidad se halla en la parte baja posterior del Ingachungana, para lo cual tendrá que descender a la base del acantilado que define la quebrada del Intihuayco. Apenas iniciado el descenso y en medio de un pequeño bosque de eucaliptos se encuentran varias rocas zoomorfas que en la imaginería popular son interpretadas como parte del contexto cultural de los cañaris y de los incas; concretamente, a una de ellas se le reconoce como "Tortuga" debido a su forma de caparazón ovoidal (1.20 m de largo por 0.60 de ancho y 0.50 de alto) del cual surge, en su extremo mayor, la configuración de una pequeña cabeza que trata de replegarse hacia el interior, tal como lo hacen las tortugas cuando les acecha el peligro. Efectivamente, llama la atención y permite admirar la coincidencia zooforma de esta piedra, "esculpida" por la madre naturaleza.
3. Fragmento del Ingachungana
Ya en la parte baja, entre las chacras de maíz, habas, arvejas y papas, el estrecho sendero gira con dirección Oeste - Noroeste conduciendo hacia un rápido hallazgo de un gran bloque de roca (1.83 x 1,63 y 1.20 m.), cuyos detalles labrados en alto relieve recuerdan al Ingachungana de la parte superior. En efecto, se trata de una pieza que se desprendió y vino a parar en el camino; su estado de conservación es muy bueno, especialmente en sus huellas que señalan la complementación en alto relieve de las cadenas y "asiento" del Ingachungana.
Ingachungana |
4. El Intiñahui o Cara del sol
Unos dos cientos metros más adelante y a la izquierda del sendero, se hallan unas formaciones rocosas calcáreas entre cuyos frentes blanquecinos se destaca un círculo amarillento rojizo, con aureolas de hidróxido de hierro que la tradición local lo ha dado en llamar Intiñahui o "Cara del sol". Cosa similar ocurre con otra roca que mostraría la "Cara de la luna". Este fenómeno geológico, obviamente es natural y puede ser comprobado en la zona cuando se rompe o extrae rocas de este tipo (un ejemplo evidente se constata en el reciente corte que conforma la pared del Refugio número 1, antes de llegar al Ingachungana); sin embargo, no deja de ser curioso, en especial si se analiza la rica imaginería indígena para explicar los fenómenos naturales e incorporarlos en su cosmovisión.
El Intiñahui o Cara del sol |
Continuando con el recorrido, no sin antes tener la sorpresa de algún encuentro amigable con los campesinos que cultivan sus minifundios o que conducen sus rebaños de ovejas o ganado vacuno, se llega al Refugio número 2 en donde se puede descansar, retroalimentar la información y tomar conciencia de que se halla en el mismo espacio que ocuparon los cañaris e incas hace quinientos años, antes de la venida de los españoles.
5. El Ingañahui
Finalmente, en el extremo de la quebrada, rematado por un fuerte talud del acantilado, se impone tan sugestivamente el perfil de un gigantesco rostro humano, que recuerda de inmediato la brava fisonomía del aborigen andino. Se lo ha identificado como el Ingañahui o "Cara del Inca". Sus detalles faciales son tan evidentes que pueden distinguirse desde el pie de esa roca o a kilómetros de distancia. Se trata, una vez más, de otra obra maestra de la naturaleza, coincidencialmente bien lograda mientras se daban los desprendimientos de este material pétreo en toda la peña. Es la "escultura" natural más impresionante de Ingapirca y también la que más polémicas motiva, pues no falta quien asegure que allí hubo intervención humana. Los estudios arqueológicos hasta ahora realizados se pronuncian por su formación natural pero de extraordinario capricho geomorfológico e interés turístico.
Cara del Inca - El Ingañahui |
El recorrido culminará escalando el talud y con una vista espectacular del gran Templo que emerge del Barranco. Su esbeltez se agiganta, pues desde este lugar se lo aprecia en su totalidad, con los cuatro muros de contención técnicamente restaurados y con la escalinata que asciende hacia la Plaza ceremonial. Aquí el turista concederá parte de la razón a los cronistas y viajeros de la Colonia al haberlo llamado Castillo, pues aquellos no hicieron otra cosa que aplicar el término más significativo de sus edificaciones europeas a la exquisitez arquitectónica de este monumento cañari cuzqueño. Al final, el mismo turista, concluirá exclamando:
GRANDE FUE EL HOMBRE ANDINO!
TIENE DERECHO DE SEGUIRLO SIENDO.
VALIO LA PENA VENIR A CONOCERLO
A TRAVES DE SU OBRA: INGAPIRCA!