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REFERENTES HISTORICOS SOBRE INGAPIRCA
La noticia más antigua sobre Ingapirca está dada por el cronista Cieza de León, en 1553, cuando se refiere a los reales y suntuosos aposentos de Hatun Cañar y a los de Tomebamba en la región de los cañaris.
En 1582, Fray Gaspar de Gallegos igualmente habla de los cañares y de los grandes y suntuosos edificios, entre los cuales se destacaba una torre muy fuerte, haciendo alusión, con toda seguridad, al templo elíptico de Ingapirca.
En 1789, es decir luego de dos siglos, el Padre Juan de Veslasco, insigne historiador riobambeño que cuando joven había recorrido Hatun Cañar, reivindica, con cierta dosis de confusión, la majestuosidad de estos palacios en ese entonces todavía bien conservados.
En 1748, Jorge Juan y Antonio de Ulloa, marinos españoles enviados por la Corona para espiar los trabajos de la Misión Geodésica Francesa, describen e interpretan a su manera muchos detalles arquitectónicos de esta "Fortaleza y Palacio de los Reyes Ingas" atribuyéndole una función netamente militar, al estilo de los castillos europeos de su tiempo: con terreón, cuerpo de guardia, murallas, vigías, centinelas, soldados y reinos.
Como miembro de aquella Misión vino también Carlos María de la Condamine, talentoso científico que, a más de describir todos los testimonios, elaboró un plano muy confiable de Ingapirca. También él aduce la función militar a todo el conjunto, especialmente cuando se refiere a la fortaleza ovalada con su atalaya o cuerpo de guardia.
En 1765, el Dr. D. Joaquín de Merizalde y Santistéban, al enviar al Virrey de Nueva Granada, D. Pedro María de Zerda, su Relación Histórica, Política y Moral de la ciudad de Cuenca, población y hermosura de su Provincia, critica aquella tendencia eurocentrista de concebir a Ingapirca como un Castillo militar y lo atribuye un carácter ceremonial y religioso llamándolo "adoratorio", a diferencia de las verdaderas fortalezas o sitios estratégicos incas cuyo nombre era Pukará.
En 1801, el sabio alemán Alejandro Humboldt en su paso por el Reino de Quito visita Ingapirca, destaca la analogía que tiene con los edificios del Cuzco y vuelve a insistir sobre su incuestionable función militar.
En el siglo XIX, ya son varios los estudiosos nacionales y extranjeros que visitan y hablan de Ingapirca; entre ellos conviene citar a D. Francisco José Caldas, médico de profesión pero multifasético en su cultura, quien corrige
Los planos de Jorge Juan y Antonio de Ulloa y critica severamente a quienes han aplicado una terminología e interpretación militar europea a Ingapirca y otros sitios prehispánicos andinos.
Monseñor González Suarez, en sus obras Estudio Histórico de los Cañaris...(1878), e Historia General de la República del Ecuador (1892), luego de varias visitas al sitio, lo describe de manera más sistemática y concluye señalando la función religiosa de todo el conjunto y, fundamentalmente, del palacio principal.
A principios del siglo XX, Paul Rivet, miembro de la Segunda Misión Geodésica Francesa dedica gran parte de su tiempo (1899 - 1906) al estudio de Ingapirca y al levantamiento de un plano comparativo con aquel realizado anteriormente por su compatriota La Condamine; allí se puede notar el franco proceso de destrucción del sitio y la desaparición de muchos elementos arquitectónicos.
En 1966 el Gobierno Nacional y el Museo del Banco Central del Ecuador crean la denominada COMISION DEL CASTILLO DE INGAPIRCA, y convierten a Ingapirca en el sitio arqueológico de mayor interés para todos los investigadores modernos, entre los cuales se recuerda a: G. Hadden, A. Bedoya, J. Cueva, M. Jaramillo, J. Alcina Franch, J.Idrovo, N.Almeida, A.Fresco y H.Jara.
Desde 1990 hasta la fecha con el auspicio del Museo del Banco Central del Ecuador y la participación directa de la Comisión del Castillo de Ingapirca, se viene aplicando una serie de medidas de conservación y restauración de todo el monumento, bajo la dirección técnica del arqueólogo restaurador Holguer Jara.
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